Érase una vez una hormiga que quiso subir a una rosa preciosa. La rosa, para que no dañara sus hojas, no le dejó subir. Pero la hormiga era muy rápida y cuando la rosa se dio cuenta, la hormiguita ya caminaba por sus preciosas hojas. La rosa se enfadó muchísimo y cerró sus pétalos. La hormiguita, muy arrepentida, le pidió perdón y al final la rosa le dejó que viviera en sus preciosas hojas rosadas.
Colorín, colorado, este cuento se ha terminado.
Hola Celia:
ResponderEliminarMe llamo Fran y soy de Burunchel. El maestro Agustín me ha enseñado tu blog y está muy bonito. Te animo a que sigas con tu blog para que llegue a conocerlo mucha gente.
Me encanta el campo, los animales y la sierra. Por las tardes, después de hacer los deberes, me subo a buscar mis cabras. Subo hasta un bolero que hay en la Risca los Almendros y desde allí pongo oído a ver si escucho el cencerro. Si lo oigo bajo a verlas y si no me vuelvo a mi casa e intento buscarlas al día siguiente.
Te invito a que veas mi blog donde cuento estas cosas y muchas más.